sábado, 26 de abril de 2014

Mi gran problema con la canonización de Juan Pablo II




Soy católica, pero también soy liberal. Canto en un coro y he ido a más retiros de los que puedo contar, pero también creo que el amor glorifica al Señor sin importar la forma que tome y que los sacerdotes deberían poder ejercer su ministerio y tener una pareja.


Mi Iglesia condena muchas cosas que yo no por lo que no me es extraña un poco de disonancia espiritual y conflicto interno al tratar de reconciliar mi fe con mi sentido civil. 


Esto viene a colación porque la inminente canonización de Juan Pablo II ha sido una las controversias más grandes que he enfrentado en mi fe.


Por un lado para mí, el pontífice cometió el pecado de omisión. Sabía de curas pederastas, en específico del vergonzosamente mexicano Marcial Maciel, y no hizo mayor cosa.  Se reunió con Pinochet, atacó y casi extinguió a los proponentes de la Teología de la Liberación. Le cerró las puertas a los homosexuales.


Todos actos altamente cuestionables no sólo para un católico, sino para cualquier ser humano.


La semana entera estuve haciendo oración para entender cómo este hombre que yo recuerdo me inspiraba, fuera tan imperfecto y poco indicado para la santidad.  


Un parte de mí, la católica irredenta, quiere creer que los casos más graves ya lo agarraron cansado – más de 80 años y con Parkinson  no es cualquier cosa. Otra parte le reclama que mi Iglesia esté pasando por semejante crisis de fe.


Un maestro de la UP me ayudó a entenderlo un poco más. Que canonización no es lo mismo que santificación. Estamos llamados a la santidad, lo hacemos con nuestros actos diarios y los humanos, TODOS NOSTROS, somos falibles.  Canonizar significa reconocer la admiración que la comunidad tiene por una persona.


En 26 años de pontificado, por supuesto que Juan Pablo II se equivocó. Y lo que es aún más difícil, lo hizo ante cámaras y reporteros que nunca olvidan, una desventaja que otros santos no tuvieron. 


¿Santa Teresa de Ávila seguiría teniendo las cualidades que la han entronizado en mi alma si la hubiera conocido de la misma manera que al papa polaco? Honestamente, no lo sé.


Tengo muchas dudas y hasta sentí vergüenza por las veces en que llegué a creer en él.


Entonces vi a mi mamá encomendarme a él por mis problemas de salud. El truco, la mano izquierda de Dios, estuvo en que lo llamó Karol.  Fue como una patada en el estómago porque caí en cuenta que el nombre de Juan Pablo II también fue Karol Wojtyla, un hombre falible.


Y por todas las razones que hay para que Juan Pablo II no sea entronizado esta noche, hay otras tantas por las que sí. Es el hombre que ayudó a derribar el comunismo, el que fortaleció la pastoral juvenil, el que hizo sentir a los mexicanos que valíamos pese a nuestro imborrable trauma de inferioridad post conquista.


Canonizar a Juan Pablo II no le da más santidad de la que pudo tener en vida, reconoce el amor que la gente le tiene.


Si, menudo líder espiritual. Un  hombre que unió a mi país a pesar de los conflictos. El que a pesar de estar acabado físicamente siguió siendo la cabeza de una de las religiones más complicadas  de seguir y que es tan, tan atacada. El que viajó a diestra y siniestra para darle rostro a los católicos del mundo y se reunió con líderes de otras religiones. 


El hombre que inspira a mi mamá ser mejor.  


Para mí, ese amor que la comunidad le tiene si es digno de reconocimiento. Mucho.


Juan Pablo II es reconocido santo hoy, pero Karol Wojtyla se ganó o no la santidad de frente al Padre de manera personal.


Esta fue mi conclusión después de mucho pensar y hacer oración. Puede que no sea la correcta o la más popular, incluso la que responda todas mis dudas.


Pero cuando mi mamá me dé la bendición y le pida San Juan Pablo II que me sane, sonreiré.





1 comentario:

Anónimo dijo...

La canonización es el acto mediante el cual la Iglesia católica declara como santo a una persona fallecida.
La canonización no santifica a ninguna persona. Se trata de una declaración de que ella fue santa al momento de su muerte, con anterioridad al mismo proceso de canonización.

Me parece que partes de un error al decir lo siguiente: "Canonizar significa reconocer la admiración que la comunidad tiene por una persona".